domingo, 22 de mayo de 2016

ARTICULO

Trastornos del sueño
Las alteraciones más frecuentes.

Introducción

El sueño es un fenómeno fisiológico restaurativo y esencial. Los trastornos del sueño se han relacionado con alteraciones cognitivas, disminución del rendimiento laboral y accidentes de tránsito. Son comunes en los adultos, en especial en los ancianos, y entre ellos se encuentran el insomnio, la somnolencia diurna (SD), el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) y el síndrome de las piernas inquietas (SPI). Debido a su impacto en la calidad de vida, los profesionales tratantes deben estar al tanto de estas alteraciones frecuentes.

Una proporción importante de los adultos (43%) manifiesta SD, que interfiere con sus actividades diarias. En general, esta alteración es causada por un trastorno del sueño o por el descanso inadecuado, que se manifiesta por somnolencia y menor energía durante el día.

Por su parte, el insomnio se caracteriza por la dificultad para conciliar o mantener el sueño, lo cual provoca la SD. El insomnio de conciliación se asocia con depresión o ansiedad, síndrome de desgaste profesional, o con algún trastorno primario del sueño como el SPI. El despertar nocturno repetido refleja la alteración de los mecanismos normales del sueño que, por lo general, son causados por trastornos clínicos como la artritis o el SAOS.

El SAOS es frecuente en la población general. Los ronquidos y jadeos o la dificultad respiratoria nocturna, junto con la SD, son signos claros de este síndrome. Entre los factores de riesgo se encuentran la obesidad, las obstrucciones de la vía aérea orofaríngea, la edad avanzada, el sexo masculino, la hipertensión arterial y las enfermedades cardíacas. Es importante su diagnóstico precoz.

La incidencia del SPI en la población general varía entre 2.5% y 15%, con aumento hacia la vejez. Este síndrome es molesto y en general se produce durante el reposo, se asocia con mal estado de salud, estadio final de la insuficiencia renal crónica, depresión, embarazo, déficit de hierro, neuropatías periféricas, cafeína y alcohol.

La prevalencia y naturaleza de los trastornos del sueño en la atención primaria aún no han sido evaluadas en profundidad. En el presente estudio, los autores intentaron identificar los distintos factores de salud y demográficos asociados con estas alteraciones en la población adulta.

Material y métodos

Los sujetos fueron reunidos en 5 centros en Carolina del Norte, EE.UU. La recolección de los datos se realizó a lo largo de 1 mes y consistió en un cuestionario de 4 páginas, que incluyó datos demográficos y de salud.

Resultados

Durante la recolección de datos, se presentaron 2 963 pacientes elegibles, de los cuales 1 935 (65.3%) completaron todo el cuestionario y fueron incluidos en el estudio. De estos 1 935, sólo 1 no completó las preguntas relacionadas con los trastornos del sueño, por lo cual fueron incluidos 1 934 pacientes. El 68% de los participantes fueron mujeres, con 58% de raza blanca. Más del 30% manifestó un estado de salud regular; aproximadamente el 20% eran fumadores.

Los trastornos del sueño fueron comunes a lo largo del estudio: más de la mitad de los pacientes refirió haber experimentado SD al menos 1 vez por semana y 37% adormilarse durante las actividades diarias. Más del 25% de los participantes comunicó haber tenido SPI al menos 1 vez a la semana, 33% manifestaron tener ronquidos y 13%, síntomas de apnea. Más de un tercio de los sujetos refirieron tener insomnio.

La frecuencia de los síntomas relacionados con los trastornos del sueño varió significativamente con la edad. Los pacientes más ancianos manifestaron con mayor frecuencia somnolencia diurna. Por el contrario, el insomnio, los ronquidos y los episodios de apnea fueron manifestados en su mayoría por adultos jóvenes. No se registró una diferencia estadísticamente significativa entre los pacientes más jóvenes y los más ancianos con respecto al SPI.

Cada uno de los 6 trastornos del sueño (somnolencia durante las actividades diurnas, adormilarse durante las actividades diarias, síntomas de SPI, ronquidos, apnea del sueño e insomnio) estuvieron asociados con la calidad del sueño en general; además, cada uno se relacionó con otras alteraciones del sueño.

Distintas variables demográficas y de salud estuvieron asociadas con diversos síntomas de trastornos del sueño. Los pacientes más ancianos fueron más propensos a adormilarse durante las actividades diarias a presentar ronquidos, apnea del sueño o insomnio, en tanto que las mujeres manifestaron menos ronquidos o apnea del sueño, pero mostraron mayor predisposición a tener insomnio. Con respecto a las diferencias raciales, los latinos presentaron menos somnolencia, SPI o ronquidos que los individuos caucásicos. Los participantes que calificaron su salud como regular o mala mostraron mayores probabilidades de presentar cualquiera de los 6 trastornos del sueño.

Los pacientes con índice de masa corporal elevado tuvieron 2 veces mayor riesgo de presentar ronquidos y apnea del sueño; también SPI e insomnio, pero no tan elevado. Los sujetos con enfermedades cardíacas mostraron mayor riesgo de somnolencia o de adormilarse durante las actividades diarias, de presentar SPI e insomnio. Los pacientes con cáncer tuvieron mayor riesgo de insomnio. Los participantes fumadores presentaron con mayor frecuencia SPI, insomnio, apnea del sueño y adormecimiento durante las actividades diarias.

Discusión

Los resultados de este estudio confirman que las molestias relacionadas con el sueño son de alta prevalencia en los pacientes en la atención primaria; así, la prevalencia observada fue del 13% a 55%. La presente investigación aportó detalles adicionales acerca del rango de las molestias relacionadas con el sueño y sus factores de riesgo. Los pacientes con mayor riesgo de presentar trastornos del sueño son aquellos que tienen dolor, alteraciones mentales, mal estado de salud en general, enfermedades cardíacas y diabetes. Así, los sujetos con lumbalgia, artritis o algún otro dolor articular y rigidez tienen mayor predisposición a presentar alteraciones relacionadas con el sueño.

Este hallazgo se correlacionó con los de otros autores que enunciaron la asociación existente entre el dolor y los trastornos del sueño. En este estudio, se señaló mayor riesgo de SAOS en pacientes con dolor musculo esquelético, quizá por la dependencia a la medicación opioide.

Por su parte, los trastornos mentales se asociaron de manera significativa con las alteraciones del sueño, un hallazgo que se correspondió con estudios previos. La relación entre la depresión y los trastornos del sueño es tan fuerte que constituye uno de los criterios diagnósticos para la depresión mayor.

Las enfermedades vasculares y respiratorias contribuyen a la presencia de trastornos del sueño y pueden ser exacerbadas por éstos. El SAOS es un factor de riesgo para hipertensión arterial. Asimismo, se encuentran asociaciones entre enfermedad cardíaca y el SPI y la SD. 

Los síntomas inespecíficos de la SD y el insomnio afectaron al 55% y 34% de los pacientes encuestados, respectivamente; cifras similares a otros estudios.
Un tercio de los pacientes de este ensayo presentó síntomas del SPI, cifra superior a la informada por otros autores, lo cual refleja que quizá otros profesionales no diagnostican este síntoma. Debido a esto, es importante su detección por parte de los médicos de cabecera.


Conclusión

El método utilizado en este estudio fue diseñado para identificar la prevalencia de trastornos del sueño que sugirieran diagnósticos específicos, como SAOS o el insomnio. Como sucede con cualquier método eficaz de pesquisa, es probable que no todos los pacientes con alguno de estos síntomas presente algún criterio diagnóstico para los síndromes mencionados. Además, las respuestas positivas a estos ítem deberían ser el inicio de las determinaciones diagnósticas.

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