Rev.
Fac. Med. (Méx.) vol.56 no.4 México jul./ago. 2013
Artículos de revisión
Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el
estudiante universitario
SUEÑO, CAFÉ Y BEBIDAS "ENERGÉTICAS"
La cafeína es un alcaloide de origen vegetal del grupo de las
xantinas que está presente en diversas bebidas de consumo humano habitual como
el café, el té y el chocolate. La cafeína, que puede considerase como el
principal ingrediente activo del café tiene efectos en el sistema nervioso
central, en donde actúa bloqueando los receptores A1 y A2a de adenosina,
provocando a su vez un incremento de las concentraciones cerebrales de
dopamina, noradrenalina y serotonina. El consumo de cafeína en bebidas está
ampliamente difundido a nivel mundial y goza de una gran popularidad debido a
los efectos positivos con los que se asocia su consumo moderado: mejora el
estado subjetivo de alerta, reduce los tiempos de reacción, así como disminuye
la fatiga y la somnolencia durante el día. Múltiples estudios se han realizado
tanto a nivel experimental como clínico para establecer si la cafeína realmente
tiene un efecto estimulante sobre algunas funciones cognitivas, pero hasta el
momento la evidencia continua siendo contradictoria, en el mejor de los casos
se ha demostrado que puede mejorar la memoria verbal y las habilidades
visuomotoras, quizá mediante sus efectos sobre el estado de alerta, la atención
y la velocidad de reacción.
Respecto al sueño, está bien establecido que la cafeína aumenta la
latencia del sueño, disminuye su duración total, aumenta la actividad motora
durante éste, disminuye su consolidación y reduce la duración del sueño de
ondas lentas sin afectar el sueño MOR19. Es importante señalar que
todos estos efectos ocurren sobre todo en pacientes que consumen cafeína horas
antes de dormir, mientras que los pacientes con consumo habitual diurno parecen
no tener efectos significativos sobre el sueño, quizá por un efecto de
tolerancia paulatina a la cafeína. La mayoría de los estudios sugieren que la
cafeína, más que estimular el desempeño de funciones cognitivas, parece más
bien ayudar a mejorar el desempeño cuando éste se ha visto afectado por una
falta de sueño previa, lo cual apoyaría su uso diurno después de una mala noche
de sueño, pero no así su administración durante la noche como un método para
retrasar el sueño nocturno.
Los efectos del consumo habitual de cafeína sobre el sueño a nivel
mundial en realidad se desconocen pero algunos estudios poblacionales sugieren
que al menos se relacionan positivamente con una alta frecuencia de somnolencia
diurna19. Finalmente, es interesante mencionar que se ha demostrado
que entre el 56-78% de los consumidores habituales de cafeína ya exhiben
síntomas y signos de dependencia (síntomas de abstinencia o de rebote), incluso
con consumos tan bajos como 100 mg al día y con periodos de consumo tan cortos
como 3-7 días, de manera que las cifras reales de personas con dependencia a la
cafeína se desconocen.
El consumo de bebidas energéticas recientemente se ha vuelto muy
popular sobre todo entre los jóvenes. Se estima que entre el 35-50% de los
adolescentes y jóvenes consumen habitualmente este tipo de bebidas en Estados
Unidos. El ingrediente principal de estas bebidas es la cafeína, sin embargo,
también contienen cantidades tremendamente variables de otras sustancias,
principalmente taurina, endulcorantes, vitaminas y fitofármacos (algunos con
acción sobre el sistema nervioso central como la yohimbina, el guaraná y la
teobromina). Sólo recientemente se han comenzado a estudiar las consecuencias
de este consumo en la salud de los jóvenes y aún son pocos estudios que
demuestren algún efecto contundente, sin embargo, existen diversas
preocupaciones en aspectos como sus efectos cardiovasculares, conductuales,
sobre el rendimiento académico, sobre la obesidad, trastornos alimentarios, el
crecimiento normal, la mineralización ósea, el sueño, etc.
Paralelamente se ha puesto de moda el consumo combinado de bebidas
alcohólicas y bebidas energéticas entre los jóvenes, ya que existe la falsa
creencia de que esta mezcla antagónica (bebidas depresoras y estimulantes),
neutraliza los efectos indeseables de ambas bebidas mejorando la experiencia de
consumo. Varios estudios sugieren que el consumo de estos cocteles se relaciona
con un mayor riesgo de consecuencias derivadas del consumo de alcohol: accidentes
automovilísticos, abuso sexual, agresiones, etc. Quizá esto se deba
a que se ha demostrado que esta combinación en efecto es capaz de contrarrestar
ciertos síntomas depresores subjetivos del alcohol, como la somnolencia, sin
embargo, no tiene ningún efecto sobre las alteraciones fisiológicas asociadas
al consumo de alcohol (incoordinación motora, disminución de la velocidad de
reacción, alteraciones del juicio, autocrítica y evaluación del peligro, etc.),
e incluso se ha observado que los efectos indeseables de ambas bebidas
(ansiedad, agitación) pueden coexistir y potenciarse más que neutralizarse.
Respecto a sus efectos sobre el sueño, algunos estudios han demostrado que el
consumo bebidas energéticas incrementa significativamente la frecuencia de insomnio
y reducción del tiempo total de sueño (< 4 h), así como de la presencia de
somnolencia diurna excesiva.
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