INSOMNIO
EL SUEÑO
lunes, 23 de mayo de 2016
ENFERMEDADES PQUIÁTRICAS
Insomnio secundario a
enfermedades psiquiátricas
Es el diagnóstico más frecuente
(35%) y le sigue en frecuencia el psicofisiológico (15%). La alteración del
sueño se presenta frecuentemente antes del inicio de la enfermedad
psiquiátrica, lo que sugiere que en algunas circunstancias el trastorno mental
puede ser causado por la alteración del sueño. Por lo tanto el criterio de que
efectuar un tratamiento emocional es necesario y suficiente para mejorar el
insomnio, no es totalmente cierto, pues aunque el tratamiento se debe enfocar
hacia el trastorno psiquiátrico, la adición del manejo para el insomnio puede
ser de gran ayuda. La depresión endógena es el prototipo de enfermedad
psiquiátrica que se asocia con el insomnio.
Tratamiento
Los antidepresivos tricíclicos sedantes, con
la mayor dosis a la hora de acostarse. Resultan bastante efectivos para el
insomnio asociado a depresión.
Imipramina: ver página 44 del mismo capítulo.
Zolpidem: es un hipnótico perteneciente a la familia química de las
imidazopiridinas. En el hombre es, a dosis terapéuticas, esencialmente
hipnótico.
Estos efectos están relacionados con una
acción agonista específica sobre un receptor central que forma parte del
complejo «receptor macromolecular GABA-omega» (llamado también BZD1 y BZD2) que
actúa regulando la apertura del canal de cloro. No obstante, el zolpidem es un
agonista preferente de la subclase de receptores omega 1 (BZD1). 48 Capítulo 3
J. Schiemann, I. Salgado En el hombre, el zolpidem acorta el tiempo de
adormecimiento, reduce el número de despertares nocturnos, aumenta la duración
total del sueño y mejora la calidad del mismo. Los estudios de monitoreo del
sueño nocturno han demostrado que el zolpidem prolonga la fase II, así como las
fases de sueño profundo (III y IV). A las dosis recomendadas, el zolpidem no
influye sobre la duración total del sueño paradójico (sueño MOR). Indicaciones: insomnio ocasional (2 a 5
días). Insomnio transitorio (2 a 3 semanas). Insomnio crónico. Contraindicaciones: menores de 15 años.
Embarazo y lactancia. Uso simultáneo con alcohol y otros depresores. Miastenia
gravis. Advertencias: puede
disminuir la habilidad para conducir vehículos. La dosis para ancianos debe ser
menor que para adultos. El tratamiento va de 2 a 5 días para insomnio ocasional
y de 2 a 3 semanas para insomnio pasajero. El insomnio crónico debe ser
decidido únicamente por el especialista. Posología: en todos los casos la toma
del medicamento se debe hacer inmediatamente antes de acostarse.
Adultos de menos de 65 años: la posología se
debe adaptar individualmente. De ordinario es de 1 tableta (10 mg). Puede
llegar a 15 o 20 mg, según la respuesta del paciente, es decir 1 1/2 a 2
tabletas. Adultos de más de 65 años: el tratamiento se debe iniciar con 1/2
tableta (5 mg). La dosis no debe sobrepasar una tableta (10 mg).
Insomnio asociado al uso de alcohol y fármacos
Los pacientes alcohólicos se
quejan frecuentemente de trastornos del sueño. Se describen cuadros de
insomnio, hipersomnio y alteraciones en el ciclo circadiano sueño-vigilia. El
efecto del alcohol ingerido en forma aguda, produce un acortamiento en la
latencia para iniciar el sueño, aumento del sueño profundo en la mitad del
primer período (con aumento del sueño MOR) y múltiples despertares en la
segunda mitad. El uso crónico de alcohol, fragmenta el sueño, también con
múltiples despertares. Durante los periodos de abstinencia prolongada, los
alcohólicos en recuperación se pueden quejar de insomnio que persiste por meses
o años.
El insomnio puede estar asociado
al uso de medicamentos como estimulantes del SNC (anfetaminas, metilfenidato,
cafeína), antihipertensivos (betabloqueadores, metildopa), nicotina,
antidepresivos estimulantes (inhibidores de la MAO, fluoxetina, sertralina),
broncodilatadores, anticonceptivos orales y esteroides. Los pacientes que toman
BZD (especialmente las de corta duración) por tiempo prolongado (mayor de tres
semanas) y a dosis altas, pueden experimentar despertar prematuro y mayor
dificultad para dormir al suspender la medicación en forma abrupta. La morfina
y la heroína producen aumento de alejamiento y de la tensión muscular
disminuyendo el sueño MOR.
Insomnio relacionado con
alteraciones de los ritmos circadianos
El insomnio puede ser un síntoma
principal en los trastornos de este tipo, los cuales se pueden clasificar en:
Síndrome
con fase retrasada para dormir
Tratamiento: la cronoterapia, que consiste en instruir al paciente
para que se acueste tres horas más tarde cada día.
El ejercicio temprano puede ser un tratamiento
potencial, algunos autores han Capítulo 3 49 Trastornos del sueño mostrado como
al realizar ejercicio intenso en la mañana se produce un avance en el ciclo
sueño-vigilia. La luminoterapia con exposición a la luz brillante (2500 lux)
entre las 6 a.m. y las 9 a.m. y el uso de lentes obscuros al finalizar la tarde
pueden producir un avance en los ciclos circadianos. Los tratamientos
farmacológicos no han mostrado beneficio, se ha informado el uso exitoso de:
Triazolam. Mecanismo de acción: es una benzodiacepina de acción
corta; potencia la acción inhibitoria presináptica y postsináptica del ácido
gamma aminobutirato (GABA) en el SNC. Un mecanismo de retroalimentación
negativa amortigua la hiperexcitación. Puede ser usada para el insomnio de
principio del sueño. Absorción,
distribución y excreción: produce concentraciones plasmáticas en una hora;
tiene una vida media de dos a tres horas. Las benzodiacepinas se metabolizan
extensamente, en particular por varios sistemas microsómicos distintos del
hígado. Dosificación: deberán ser
administradas dosis de 0,125 mg a 0,25 mg en la noche.
Indicaciones: tratamiento del insomnio transitorio y de corta
duración. También como tratamiento auxiliar por corto tiempo de ciertos
pacientes con insomnio de larga duración. Contraindicaciones:
está contraindicado en pacientes con conocida hipersensibilidad a cualquier
bensodiazepina, en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. Efectos adversos: hay estudios que
muestran evidencia pequeña de tolerancia en el uso continuado de 1 a 3 meses,
pero el riesgo se aumenta con las dosis altas. La reacción adversa más
frecuente es la sedación (cansancio, astenia, somnolencia, mareo y ataxia) se
considera como una prolongación de la actividad farmacológica y es dependiente
de la dosis.
Síndrome de fase adelantada para
dormir
Tratamiento: luminoterapia,
que consiste en exponer al paciente a luz brillante en las horas vespertinas y
recomendarle el uso de lentes oscuros en la mañana.
Síndrome de cambio rápido de zona horaria o rotación transitoria
Síndrome de rotación crónica Trastornos del ciclo sueño vigilia
diferente a las 24 horas (síndrome hipernictemeral).
Insomnio asociado a enfermedades
médicas
Como el infarto del miocardio en recuperación,
el paciente postquirúrgico, enfermedad pulmonar coexistente, los pacientes en
diálisis, la cefalea agrupada, el dolor periocular severo, la artritis, la
nicturia, el síndrome de unidad de cuidados intensivos.
El hipersomnio
Se define como el deseo irresistible de dormir
en cualquier circunstancia. Los pacientes presentan una tendencia inevitable a
tomar siestas, a dormirse en situaciones sedentarias o inclusive aquellas donde
se exige máximo estado de alerta. De 4% a 5% de la población general sufre de
este trastorno. 50 Capítulo 3 J. Schiemann, I. Salgado
La Narcolepsia
Es un trastorno específico caracterizado por
hipersomnio, cataplexia, alucinaciones del sueño del tipo hipnagógicas e
hipnopómpicas y parálisis del sueño. En un trastorno en que básicamente se
altera la regulación del sueño MOR. Su prevalencia en la población general es
de 0,01% a 0,09%. El sueño nocturno es fragmentado, con frecuentes despertares
y aumento en los movimientos corporales. Se clasifica en idiopática (la más
común) y sintomática (secundaria a trauma craneano, tumores cerebrales,
infecciones y EPOC).
Tratamiento
Metilfenidato. Mecanismo de acción: derivado de la piperidina,
tiene relación estructural con las anfetaminas. Es un ligero estimulante del
SNC con efectos más prominentes sobre las actividades mentales que sobre las
motoras. Sus propiedades farmacológicas son las mismas de las anfetaminas. Absorción, distribución y excreción: se
absorbe fácilmente después de su administración oral y llega a concentraciones
máximas en el plasma en dos horas. Su vida media plasmática es de una a dos
horas, pero las concentraciones encefálicas son mayores que las plasmáticas. Se
elimina por la orina 80% en forma de ácido ritalínico. Presentación: clorhidrato de metilfenidato. Tabletas de 5, 10, y 20
mg. Dosificación: la dosis inicial
es entre 15 y 30 mg/día, dividida en tres dosis, pero muchos pacientes
necesitan entre 60 a 80 mg/día antes de obtener resultados satisfactorios. Las
dosis necesitan ser administradas a intervalos de 4 horas aproximadamente. Una
dosis adicional puede administrarse hacia las 5 ó 6 p.m. en aquellas ocasiones
cuando el paciente necesite permanecer alerta en las horas del anochecer. Efectos adversos: puede constituirse en
sustancia de abuso.
Metanfetamina. Mecanismo de acción: tiene estrecha relación química
con la anfetamina y la efedrina. Las dosis pequeñas tienen prominentes efectos
de estimulación central sin mayores acciones periféricas. Presentación: clorhidrato de metanfetamina. Tabletas de 5 y 10 mg. Dosificación: puede ser usada en dosis
inicial de 15 a 20 mg/día, pero puede incrementarse hasta 60 mg/día dividida en
dos dosis.
Remoline. Mecanismo de acción: es un estimulante moderado del SNC,
con menos efectos colaterales relacionados con la dosis. Debe considerarse en
pacientes con enfermedad moderada o en quienes los efectos adversos de otras
drogas limitan su uso. Dosificación:
comúnmente se utilizan dosis de 18,75 mg a 112,5 mg. Tomadas una o dos veces al
día.
Modafinil. Mecanismo de acción: es un agonista alfa 1 central pero
su mecanismo de acción es desconocido. Presentación: no disponible aún. Dosificación: dosis diarias de 200, 300
y 400 mg. Administradas bien sea una o dos veces al día. Efectos adversos: son muchos menores que con los estimulantes
tradicionales, y el abuso no es un problema.
Síndrome de apnea obstructiva
El síndrome de apnea obstructiva
del sueño tiene una prevalencia de 24% en hombres y 9% en mujeres entre los 30
y 60 años. La frecuencia de las apneas aumenta con la edad y se correlaciona
con la obesidad y el sexo masculino. Es una Capítulo 3 51 Trastornos del sueño
condición insidiosa y progresiva caracterizada por episodios recurrentes de
apneas durante el sueño, causado por colapso de las vías aéreas altas,
especialmente en la faringe; pues el paso del aire a través de ésta depende
críticamente de la acción de los músculos dilatadores.
El sueño predispone al estrechamiento en
personas susceptibles, al colapso de la faringe por reducción de su tono
muscular y las manifestaciones clínicas más importantes son: roncador fuerte y
habitual, hipersomnio, obesidad, deterioro intelectual, irritabilidad, cefalea
matutina e hipertensión arterial sistémica.
Durante los episodios apnéicos se presenta
hipoxemia, hipercapnia y acidosis moderada; también hay aumento en las
presiones arterial sistémica y pulmonar. El síndrome de apnea central, la
hipoventilación alveolar y la apnea central son trastornos que están
relacionados entre sí, y pueden manifestarse frecuentemente como insomnio de
múltiples despertares o, en algunos casos, como somnolencia. Puede verse en
enfermedades neuromusculares, anormalidades toraco-esqueléticas, trastornos del
tronco cerebral, trastornos del nervio frénico y falla cardíaca congestiva. Se
describen dos grupos del síndrome: a) El grupo hipercápnico, en el que el trastorno
está relacionado con la hipoventilación alveolar central o enfermedades
neuromusculares; b) El grupo no hipercápnico, en el que no hay un trastorno
subyacente identificable y cursa con respiración de Cheyne-Stokes, falla
cardíaca, falla renal, y se presenta en grandes altitudes.
Hipersomnio idiopático del sistema nervioso central
Se caracteriza por somnolencia
diurna recurrente sin los síntomas adicionales de la narcolepsia. La edad de
aparición entre los 15 y 30 años de edad. El hipersomnio aparece en forma
progresiva y una vez establecido, los síntomas persisten sin cambios evidentes.
El sueño nocturno es prolongado y sin alteraciones, pero hay dificultad para
levantarse en la mañana con confusión mental, desorientación temporal, y en
ocasiones agresividad verbal y física. Los pacientes presentan largos periodos
de somnolencia durante el día que afectan significativamente sus actividades.
La somnolencia hace que se tomen siestas que son prolongadas y no reparadoras.
El estudio del sueño muestra acortamiento para el sueño NMOR, pero el sueño MOR
es normal o prolongado. El sueño profundo puede estar reducido y hay aumento
del estado II del sueño. Como su etiología se desconoce el tratamiento es
difícil y únicamente sintomático.
Enfermedad pulmonar restrictiva crónica
La enfermedad pulmonar restrictiva crónica,
exhibe hiperventilación como resultado de la estimulación de los receptores
vagales y la mayoría presenta hipocapnia con una adecuada PO2 durante la
vigilia. Durante el sueño hay disminución de la PO2 que ocurre debido a
periodos de hipoventilación; unos pocos casos presentan apnea del sueño.
Tratamiento El oxígeno suplementario se puede utilizar si la PO2 es
menor de 55 mmHg o en complicaciones de la hipoxemia.
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica
Los pacientes con EPOC presentan hipoxemia
durante el sueño y particularmente 52 Capítulo 3 J. Schiemann, I. Salgado
durante el sueño MOR. La calidad del sueño en pacientes con EPOC es pobre,
presentan múltiples despertares, aumento en estado I del sueño y disminución
del sueño MOR.
Tratamiento
En pacientes con EPOC solamente,
la terapia con oxígeno nasal (1 a 2 l/min) está indicada durante la noche. En
los que presentan EPOC con síndrome de apnea obstructiva del sueño la
administración de oxígeno puede ser perjudicial. En ellos puede estar indicado
el uso de CPAP con bajo flujo de oxígeno.
Recomendaciones generales para el manejo del paciente con trastornos
del sueño
• Antes de pensar en patologías
específicas debe descartarse factores externos que influyan en el problema de
sueño tales como ansiedad, depresión, cambios situacionales.
• Debe interrogarse con especial
énfasis acerca de los hábitos de sueño de la persona. Muchas veces con
corregirlos se obtiene la mejoría deseada por el individuo.
• Los fármacos, si llegan a ser necesarios,
usualmente se utilizan por ciclos cortos llegándose a suspender una vez se
hayan obtenido los beneficios.
• Algunos trastornos del sueño se
asocian con enfermedades sistémicas, por lo que el médico debe estar atento a
buscarlas de acuerdo con la historia clínica particular de cada paciente. En
tales casos el pronóstico depende fundamentalmente de la enfermedad de base.
• Algunos trastornos del sueño
como el sonambulismo y los terrores nocturnos se prestan al diagnóstico diferencial
con otras enfermedades neurológicas, especialmente crisis epilépticas. El
interrogatorio adecuado y la aplicación de las ayudas diagnósticas como
polisomnografía y EEG con buen criterio resuelven las dudas en la mayoria de
casos.
• La polisomnografía es el método
de elección para estudiar a los pacientes con trastornos del sueño y orientar
el diagnóstico.
• Algunas situaciones comunes de
la vida moderna como los viajes transoceánicos pueden alterar transitoriamente
los ritmos circadianos, incluido el sueño.
• Ante la más mínima duda acerca
de si un paciente puede estar padeciendo un trastorno de sueño, consulte al
especialista.
TRASTORNOS DEL SUEÑO
Trastornos
del sueño
Son problemas con el hecho de dormir e incluyen:
Dificultad para conciliar el sueño o permanecer
dormido.
Quedarse dormido en momentos inapropiados.
Demasiado sueño.
Conductas anormales durante el sueño.
Causas
Hay más de cien trastornos diferentes de sueño y de
vigilia que se pueden agrupar en cuatro categorías principales, a saber:
Problemas para conciliar el sueño y permanecer
dormido (insomnio).
Problemas para permanecer despierto (somnolencia
diurna excesiva).
Problemas para mantener un horario regular de sueño
(problema con el ritmo del sueño).
Comportamientos inusuales durante el sueño
(conductas que interrumpen el sueño).
PROBLEMAS PARA
CONCILIAR EL SUEÑO Y PERMANECER DORMIDO
El insomnio incluye dificultad para conciliar el
sueño o para permanecer dormido. Los episodios pueden aparecer y desaparecer,
durar entre 2 y 3 semanas (a corto plazo) o ser duraderos (crónicos).
PROBLEMAS PARA
PERMANECER DESPIERTO
Las personas con somnolencia diurna excesiva se
sienten cansadas durante el día. Los síntomas que no son ocasionados por la
falta de sueño o por sueño interrumpido se denominan hipersomnio.
Las causas de este problema abarcan:
Afecciones médicas tales como la fibromialgia y bajo funcionamiento de la tiroides.
Mononucleosis y otras enfermedades virales
Narcolepsia y otros trastornos del sueño
Obesidad, especialmente si causa apnea obstructiva
del sueño
Cuando no se puede encontrar ninguna causa para la
somnolencia, se denomina hipersomnio idiopático.
PROBLEMAS PARA
MANTENER UN HORARIO REGULAR DE SUEÑO
También se pueden presentar problemas cuando no se
mantiene un horario constante de sueño y de vigilia, lo cual sucede cuando se
viaja cruzando zonas horarias distintas y con trabajos por turnos en horarios
rotativos, particularmente los que trabajan en las noches.
Los trastornos que involucran una interrupción del
horario del sueño abarcan:
Insomnio paradójico (la persona realmente duerme
una cantidad de tiempo distinta a la que cree)
Trastorno del sueño a causa del trabajo por turnos
CONDUCTAS QUE INTERRUMPEN EL SUEÑO
Las conductas anormales durante el sueño se
denominan parasomnio. Son bastante comunes en los niños y abarcan:
Trastorno de comportamiento asociado al sueño MOR
(la persona se mueve durante el sueño MOR y puede representar sueños)
domingo, 22 de mayo de 2016
ARTICULO
Trastornos del sueño
Las alteraciones más frecuentes.
Introducción
El sueño es un fenómeno fisiológico restaurativo y esencial. Los trastornos del sueño se han relacionado con alteraciones cognitivas, disminución del rendimiento laboral y accidentes de tránsito. Son comunes en los adultos, en especial en los ancianos, y entre ellos se encuentran el insomnio, la somnolencia diurna (SD), el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) y el síndrome de las piernas inquietas (SPI). Debido a su impacto en la calidad de vida, los profesionales tratantes deben estar al tanto de estas alteraciones frecuentes.
Una proporción importante de los adultos (43%) manifiesta SD, que interfiere con sus actividades diarias. En general, esta alteración es causada por un trastorno del sueño o por el descanso inadecuado, que se manifiesta por somnolencia y menor energía durante el día.
Por su parte, el insomnio se caracteriza por la dificultad para conciliar o mantener el sueño, lo cual provoca la SD. El insomnio de conciliación se asocia con depresión o ansiedad, síndrome de desgaste profesional, o con algún trastorno primario del sueño como el SPI. El despertar nocturno repetido refleja la alteración de los mecanismos normales del sueño que, por lo general, son causados por trastornos clínicos como la artritis o el SAOS.
El SAOS es frecuente en la población general. Los ronquidos y jadeos o la dificultad respiratoria nocturna, junto con la SD, son signos claros de este síndrome. Entre los factores de riesgo se encuentran la obesidad, las obstrucciones de la vía aérea orofaríngea, la edad avanzada, el sexo masculino, la hipertensión arterial y las enfermedades cardíacas. Es importante su diagnóstico precoz.
La incidencia del SPI en la población general varía entre 2.5% y 15%, con aumento hacia la vejez. Este síndrome es molesto y en general se produce durante el reposo, se asocia con mal estado de salud, estadio final de la insuficiencia renal crónica, depresión, embarazo, déficit de hierro, neuropatías periféricas, cafeína y alcohol.
La prevalencia y naturaleza de los trastornos del sueño en la atención primaria aún no han sido evaluadas en profundidad. En el presente estudio, los autores intentaron identificar los distintos factores de salud y demográficos asociados con estas alteraciones en la población adulta.
El sueño es un fenómeno fisiológico restaurativo y esencial. Los trastornos del sueño se han relacionado con alteraciones cognitivas, disminución del rendimiento laboral y accidentes de tránsito. Son comunes en los adultos, en especial en los ancianos, y entre ellos se encuentran el insomnio, la somnolencia diurna (SD), el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) y el síndrome de las piernas inquietas (SPI). Debido a su impacto en la calidad de vida, los profesionales tratantes deben estar al tanto de estas alteraciones frecuentes.
Una proporción importante de los adultos (43%) manifiesta SD, que interfiere con sus actividades diarias. En general, esta alteración es causada por un trastorno del sueño o por el descanso inadecuado, que se manifiesta por somnolencia y menor energía durante el día.
Por su parte, el insomnio se caracteriza por la dificultad para conciliar o mantener el sueño, lo cual provoca la SD. El insomnio de conciliación se asocia con depresión o ansiedad, síndrome de desgaste profesional, o con algún trastorno primario del sueño como el SPI. El despertar nocturno repetido refleja la alteración de los mecanismos normales del sueño que, por lo general, son causados por trastornos clínicos como la artritis o el SAOS.
El SAOS es frecuente en la población general. Los ronquidos y jadeos o la dificultad respiratoria nocturna, junto con la SD, son signos claros de este síndrome. Entre los factores de riesgo se encuentran la obesidad, las obstrucciones de la vía aérea orofaríngea, la edad avanzada, el sexo masculino, la hipertensión arterial y las enfermedades cardíacas. Es importante su diagnóstico precoz.
La incidencia del SPI en la población general varía entre 2.5% y 15%, con aumento hacia la vejez. Este síndrome es molesto y en general se produce durante el reposo, se asocia con mal estado de salud, estadio final de la insuficiencia renal crónica, depresión, embarazo, déficit de hierro, neuropatías periféricas, cafeína y alcohol.
La prevalencia y naturaleza de los trastornos del sueño en la atención primaria aún no han sido evaluadas en profundidad. En el presente estudio, los autores intentaron identificar los distintos factores de salud y demográficos asociados con estas alteraciones en la población adulta.
Material y métodos
Los sujetos fueron reunidos en 5 centros en Carolina del Norte, EE.UU. La recolección de los datos se realizó a lo largo de 1 mes y consistió en un cuestionario de 4 páginas, que incluyó datos demográficos y de salud.
Los sujetos fueron reunidos en 5 centros en Carolina del Norte, EE.UU. La recolección de los datos se realizó a lo largo de 1 mes y consistió en un cuestionario de 4 páginas, que incluyó datos demográficos y de salud.
Resultados
Durante la recolección de datos, se presentaron 2 963 pacientes elegibles, de los cuales 1 935 (65.3%) completaron todo el cuestionario y fueron incluidos en el estudio. De estos 1 935, sólo 1 no completó las preguntas relacionadas con los trastornos del sueño, por lo cual fueron incluidos 1 934 pacientes. El 68% de los participantes fueron mujeres, con 58% de raza blanca. Más del 30% manifestó un estado de salud regular; aproximadamente el 20% eran fumadores.
Los trastornos del sueño fueron comunes a lo largo del estudio: más de la mitad de los pacientes refirió haber experimentado SD al menos 1 vez por semana y 37% adormilarse durante las actividades diarias. Más del 25% de los participantes comunicó haber tenido SPI al menos 1 vez a la semana, 33% manifestaron tener ronquidos y 13%, síntomas de apnea. Más de un tercio de los sujetos refirieron tener insomnio.
La frecuencia de los síntomas relacionados con los trastornos del sueño varió significativamente con la edad. Los pacientes más ancianos manifestaron con mayor frecuencia somnolencia diurna. Por el contrario, el insomnio, los ronquidos y los episodios de apnea fueron manifestados en su mayoría por adultos jóvenes. No se registró una diferencia estadísticamente significativa entre los pacientes más jóvenes y los más ancianos con respecto al SPI.
Cada uno de los 6 trastornos del sueño (somnolencia durante las actividades diurnas, adormilarse durante las actividades diarias, síntomas de SPI, ronquidos, apnea del sueño e insomnio) estuvieron asociados con la calidad del sueño en general; además, cada uno se relacionó con otras alteraciones del sueño.
Distintas variables demográficas y de salud estuvieron asociadas con diversos síntomas de trastornos del sueño. Los pacientes más ancianos fueron más propensos a adormilarse durante las actividades diarias a presentar ronquidos, apnea del sueño o insomnio, en tanto que las mujeres manifestaron menos ronquidos o apnea del sueño, pero mostraron mayor predisposición a tener insomnio. Con respecto a las diferencias raciales, los latinos presentaron menos somnolencia, SPI o ronquidos que los individuos caucásicos. Los participantes que calificaron su salud como regular o mala mostraron mayores probabilidades de presentar cualquiera de los 6 trastornos del sueño.
Los pacientes con índice de masa corporal elevado tuvieron 2 veces mayor riesgo de presentar ronquidos y apnea del sueño; también SPI e insomnio, pero no tan elevado. Los sujetos con enfermedades cardíacas mostraron mayor riesgo de somnolencia o de adormilarse durante las actividades diarias, de presentar SPI e insomnio. Los pacientes con cáncer tuvieron mayor riesgo de insomnio. Los participantes fumadores presentaron con mayor frecuencia SPI, insomnio, apnea del sueño y adormecimiento durante las actividades diarias.
Durante la recolección de datos, se presentaron 2 963 pacientes elegibles, de los cuales 1 935 (65.3%) completaron todo el cuestionario y fueron incluidos en el estudio. De estos 1 935, sólo 1 no completó las preguntas relacionadas con los trastornos del sueño, por lo cual fueron incluidos 1 934 pacientes. El 68% de los participantes fueron mujeres, con 58% de raza blanca. Más del 30% manifestó un estado de salud regular; aproximadamente el 20% eran fumadores.
Los trastornos del sueño fueron comunes a lo largo del estudio: más de la mitad de los pacientes refirió haber experimentado SD al menos 1 vez por semana y 37% adormilarse durante las actividades diarias. Más del 25% de los participantes comunicó haber tenido SPI al menos 1 vez a la semana, 33% manifestaron tener ronquidos y 13%, síntomas de apnea. Más de un tercio de los sujetos refirieron tener insomnio.
La frecuencia de los síntomas relacionados con los trastornos del sueño varió significativamente con la edad. Los pacientes más ancianos manifestaron con mayor frecuencia somnolencia diurna. Por el contrario, el insomnio, los ronquidos y los episodios de apnea fueron manifestados en su mayoría por adultos jóvenes. No se registró una diferencia estadísticamente significativa entre los pacientes más jóvenes y los más ancianos con respecto al SPI.
Cada uno de los 6 trastornos del sueño (somnolencia durante las actividades diurnas, adormilarse durante las actividades diarias, síntomas de SPI, ronquidos, apnea del sueño e insomnio) estuvieron asociados con la calidad del sueño en general; además, cada uno se relacionó con otras alteraciones del sueño.
Distintas variables demográficas y de salud estuvieron asociadas con diversos síntomas de trastornos del sueño. Los pacientes más ancianos fueron más propensos a adormilarse durante las actividades diarias a presentar ronquidos, apnea del sueño o insomnio, en tanto que las mujeres manifestaron menos ronquidos o apnea del sueño, pero mostraron mayor predisposición a tener insomnio. Con respecto a las diferencias raciales, los latinos presentaron menos somnolencia, SPI o ronquidos que los individuos caucásicos. Los participantes que calificaron su salud como regular o mala mostraron mayores probabilidades de presentar cualquiera de los 6 trastornos del sueño.
Los pacientes con índice de masa corporal elevado tuvieron 2 veces mayor riesgo de presentar ronquidos y apnea del sueño; también SPI e insomnio, pero no tan elevado. Los sujetos con enfermedades cardíacas mostraron mayor riesgo de somnolencia o de adormilarse durante las actividades diarias, de presentar SPI e insomnio. Los pacientes con cáncer tuvieron mayor riesgo de insomnio. Los participantes fumadores presentaron con mayor frecuencia SPI, insomnio, apnea del sueño y adormecimiento durante las actividades diarias.
Discusión
Los resultados de este estudio confirman que las molestias relacionadas con el sueño son de alta prevalencia en los pacientes en la atención primaria; así, la prevalencia observada fue del 13% a 55%. La presente investigación aportó detalles adicionales acerca del rango de las molestias relacionadas con el sueño y sus factores de riesgo. Los pacientes con mayor riesgo de presentar trastornos del sueño son aquellos que tienen dolor, alteraciones mentales, mal estado de salud en general, enfermedades cardíacas y diabetes. Así, los sujetos con lumbalgia, artritis o algún otro dolor articular y rigidez tienen mayor predisposición a presentar alteraciones relacionadas con el sueño.
Este hallazgo se correlacionó con los de otros autores que enunciaron la asociación existente entre el dolor y los trastornos del sueño. En este estudio, se señaló mayor riesgo de SAOS en pacientes con dolor musculo esquelético, quizá por la dependencia a la medicación opioide.
Por su parte, los trastornos mentales se asociaron de manera significativa con las alteraciones del sueño, un hallazgo que se correspondió con estudios previos. La relación entre la depresión y los trastornos del sueño es tan fuerte que constituye uno de los criterios diagnósticos para la depresión mayor.
Las enfermedades vasculares y respiratorias contribuyen a la presencia de trastornos del sueño y pueden ser exacerbadas por éstos. El SAOS es un factor de riesgo para hipertensión arterial. Asimismo, se encuentran asociaciones entre enfermedad cardíaca y el SPI y la SD.
Los resultados de este estudio confirman que las molestias relacionadas con el sueño son de alta prevalencia en los pacientes en la atención primaria; así, la prevalencia observada fue del 13% a 55%. La presente investigación aportó detalles adicionales acerca del rango de las molestias relacionadas con el sueño y sus factores de riesgo. Los pacientes con mayor riesgo de presentar trastornos del sueño son aquellos que tienen dolor, alteraciones mentales, mal estado de salud en general, enfermedades cardíacas y diabetes. Así, los sujetos con lumbalgia, artritis o algún otro dolor articular y rigidez tienen mayor predisposición a presentar alteraciones relacionadas con el sueño.
Este hallazgo se correlacionó con los de otros autores que enunciaron la asociación existente entre el dolor y los trastornos del sueño. En este estudio, se señaló mayor riesgo de SAOS en pacientes con dolor musculo esquelético, quizá por la dependencia a la medicación opioide.
Por su parte, los trastornos mentales se asociaron de manera significativa con las alteraciones del sueño, un hallazgo que se correspondió con estudios previos. La relación entre la depresión y los trastornos del sueño es tan fuerte que constituye uno de los criterios diagnósticos para la depresión mayor.
Las enfermedades vasculares y respiratorias contribuyen a la presencia de trastornos del sueño y pueden ser exacerbadas por éstos. El SAOS es un factor de riesgo para hipertensión arterial. Asimismo, se encuentran asociaciones entre enfermedad cardíaca y el SPI y la SD.
Los síntomas inespecíficos de la SD y el insomnio afectaron al 55% y 34% de los pacientes encuestados, respectivamente; cifras similares a otros estudios.
Un tercio de los pacientes de este ensayo presentó síntomas del SPI, cifra superior a la informada por otros autores, lo cual refleja que quizá otros profesionales no diagnostican este síntoma. Debido a esto, es importante su detección por parte de los médicos de cabecera.
Conclusión
El método utilizado en este estudio fue diseñado para identificar la prevalencia de trastornos del sueño que sugirieran diagnósticos específicos, como SAOS o el insomnio. Como sucede con cualquier método eficaz de pesquisa, es probable que no todos los pacientes con alguno de estos síntomas presente algún criterio diagnóstico para los síndromes mencionados. Además, las respuestas positivas a estos ítem deberían ser el inicio de las determinaciones diagnósticas.
El método utilizado en este estudio fue diseñado para identificar la prevalencia de trastornos del sueño que sugirieran diagnósticos específicos, como SAOS o el insomnio. Como sucede con cualquier método eficaz de pesquisa, es probable que no todos los pacientes con alguno de estos síntomas presente algún criterio diagnóstico para los síndromes mencionados. Además, las respuestas positivas a estos ítem deberían ser el inicio de las determinaciones diagnósticas.
ARTICULO
Estudios sugieren que el sueño hace más creativo e inteligente
al ser humano
A
continuación aportamos más pruebas de que el sueño profundo, incluso al dormir
la siesta, puede aumentar la inteligencia.
El acto de soñar podría mejorar la memoria, estimular la creatividad y mejorar la planificación futura, a tenor del resultado de nuevas investigaciones realizadas a tal efecto.
El acto de soñar podría mejorar la memoria, estimular la creatividad y mejorar la planificación futura, a tenor del resultado de nuevas investigaciones realizadas a tal efecto.
En un estudio reciente, los sujetos que tomaron siestas habituales con sueño MOR (fase en la que los sueños son más intensos) obtuvieron mejores resultados en problemas sintácticos basados en la creatividad. Es decir, el sueño profundo o con MOR (movimientos oculares rápidos), ayudó a las personas a combinar sus ideas de forma novedosa, según expone la psiquiatra responsable del estudio, Sara Mednick.
Parte de la ronda matutina del experimento consistió en una prueba de analogía de palabras similar a la de los exámenes SAT. Por ejemplo, si tomamos las palabras «patatas: salado - caramelos: » la respuesta sería «dulce».
Al mediodía, tras la primera ronda, los sujetos tomaron un descanso supervisado de 90 minutos de duración.
Algunos participantes echaron siestas que alcanzaron la fase de sueño MOR, que habitualmente comienza una hora después de haberse dormido la persona.
Otro grupo tomó siestas sin llegar a la fase MOR. Un tercer grupo descansó tranquilamente pero sin llegar a dormirse.
Hubo una segunda ronda de pruebas durante la tarde. En las pruebas tipo de la segunda ronda, se solicitó a los participantes que adivinaran una única palabra asociada con otras tres aparentemente inconexas. Por ejemplo, para las palabras «perita», «hogar» y «sueños» la respuesta sería «dulce». Las respuestas correctas de muchas preguntas de la segunda ronda coincidían con las de las preguntas analógicas de la primera.
En las preguntas de la segunda ronda cuyas respuestas coincidían con las de la primera, como por ejemplo «dulce» y «dulce», los que tomaron siestas con sueño MOR mejoraron su rendimiento en un 40 por ciento. Los que tomaron siestas sin llegar a la fase de sueño MOR y los que no durmieron, no mostraron mejores resultados en estas pruebas, añade Mednick, de la Universidad de California, San Diego, que presentó sus resultados el viernes en la convención anual de la Asociación Americana de Psicología celebrada en San Diego.
Esto significa que el sueño MOR mejoró la capacidad de los participantes para detectar vínculos conceptuales de términos aparentemente inconexos: las respuestas de los problemas analógicos de la primera ronda y las tres palabras asociativas de la segunda ronda.
Mednick resaltó que todos los grupos recordaron las respuestas matutinas igual de bien, lo que demuestra que la segunda ronda no sólo sirvió para comprobar la capacidad de memorización de los que tomaron la siesta MOR. En resumen, el sueño MOR «desempeña un papel importante que permite a las personas desacoplar la memoria de un término concreto para poder utilizarlo en otros contextos», añadió la doctora.
¿Ayuda el sueño a convertir los recuerdos en predicciones?
La memoria mejorada y estimulada por el sueño profundo puede aportar incluso un beneficio adicional: ayudar a imaginar (y a planificar mejor) el futuro.
El psiquiatra de Harvard Daniel Schacter, cuyas investigaciones se han llevado a cabo de forma separada de las de Mednick, comentó a National Geographic News: «Al imaginar eventos futuros, la persona recombina aspectos de experiencias que realmente han tenido lugar».
Schacter, que también presentó una ponencia el viernes en el congreso de psicología, ha descubierto que las mismas áreas del cerebro que manejan la memoria, como el hipocampo, muestran un aumento de actividad cuando se le pregunta a sujetos de estudio que imaginen eventos futuros .
¿Puede el sueño MOR convertir al ser humano en una bola de cristal?
«Nadie lo sabe a ciencia cierta» añade el doctor. «Pero sospecho que puede existir una conexión. Después de todo, los sueños son tan sólo una forma diferente de recombinar aspectos de experiencias pasadas».
ARTICULO
Rev.
Fac. Med. (Méx.) vol.56 no.4 México jul./ago. 2013
Artículos de revisión
Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el
estudiante universitario
SUEÑO, CAFÉ Y BEBIDAS "ENERGÉTICAS"
La cafeína es un alcaloide de origen vegetal del grupo de las
xantinas que está presente en diversas bebidas de consumo humano habitual como
el café, el té y el chocolate. La cafeína, que puede considerase como el
principal ingrediente activo del café tiene efectos en el sistema nervioso
central, en donde actúa bloqueando los receptores A1 y A2a de adenosina,
provocando a su vez un incremento de las concentraciones cerebrales de
dopamina, noradrenalina y serotonina. El consumo de cafeína en bebidas está
ampliamente difundido a nivel mundial y goza de una gran popularidad debido a
los efectos positivos con los que se asocia su consumo moderado: mejora el
estado subjetivo de alerta, reduce los tiempos de reacción, así como disminuye
la fatiga y la somnolencia durante el día. Múltiples estudios se han realizado
tanto a nivel experimental como clínico para establecer si la cafeína realmente
tiene un efecto estimulante sobre algunas funciones cognitivas, pero hasta el
momento la evidencia continua siendo contradictoria, en el mejor de los casos
se ha demostrado que puede mejorar la memoria verbal y las habilidades
visuomotoras, quizá mediante sus efectos sobre el estado de alerta, la atención
y la velocidad de reacción.
Respecto al sueño, está bien establecido que la cafeína aumenta la
latencia del sueño, disminuye su duración total, aumenta la actividad motora
durante éste, disminuye su consolidación y reduce la duración del sueño de
ondas lentas sin afectar el sueño MOR19. Es importante señalar que
todos estos efectos ocurren sobre todo en pacientes que consumen cafeína horas
antes de dormir, mientras que los pacientes con consumo habitual diurno parecen
no tener efectos significativos sobre el sueño, quizá por un efecto de
tolerancia paulatina a la cafeína. La mayoría de los estudios sugieren que la
cafeína, más que estimular el desempeño de funciones cognitivas, parece más
bien ayudar a mejorar el desempeño cuando éste se ha visto afectado por una
falta de sueño previa, lo cual apoyaría su uso diurno después de una mala noche
de sueño, pero no así su administración durante la noche como un método para
retrasar el sueño nocturno.
Los efectos del consumo habitual de cafeína sobre el sueño a nivel
mundial en realidad se desconocen pero algunos estudios poblacionales sugieren
que al menos se relacionan positivamente con una alta frecuencia de somnolencia
diurna19. Finalmente, es interesante mencionar que se ha demostrado
que entre el 56-78% de los consumidores habituales de cafeína ya exhiben
síntomas y signos de dependencia (síntomas de abstinencia o de rebote), incluso
con consumos tan bajos como 100 mg al día y con periodos de consumo tan cortos
como 3-7 días, de manera que las cifras reales de personas con dependencia a la
cafeína se desconocen.
El consumo de bebidas energéticas recientemente se ha vuelto muy
popular sobre todo entre los jóvenes. Se estima que entre el 35-50% de los
adolescentes y jóvenes consumen habitualmente este tipo de bebidas en Estados
Unidos. El ingrediente principal de estas bebidas es la cafeína, sin embargo,
también contienen cantidades tremendamente variables de otras sustancias,
principalmente taurina, endulcorantes, vitaminas y fitofármacos (algunos con
acción sobre el sistema nervioso central como la yohimbina, el guaraná y la
teobromina). Sólo recientemente se han comenzado a estudiar las consecuencias
de este consumo en la salud de los jóvenes y aún son pocos estudios que
demuestren algún efecto contundente, sin embargo, existen diversas
preocupaciones en aspectos como sus efectos cardiovasculares, conductuales,
sobre el rendimiento académico, sobre la obesidad, trastornos alimentarios, el
crecimiento normal, la mineralización ósea, el sueño, etc.
Paralelamente se ha puesto de moda el consumo combinado de bebidas
alcohólicas y bebidas energéticas entre los jóvenes, ya que existe la falsa
creencia de que esta mezcla antagónica (bebidas depresoras y estimulantes),
neutraliza los efectos indeseables de ambas bebidas mejorando la experiencia de
consumo. Varios estudios sugieren que el consumo de estos cocteles se relaciona
con un mayor riesgo de consecuencias derivadas del consumo de alcohol: accidentes
automovilísticos, abuso sexual, agresiones, etc. Quizá esto se deba
a que se ha demostrado que esta combinación en efecto es capaz de contrarrestar
ciertos síntomas depresores subjetivos del alcohol, como la somnolencia, sin
embargo, no tiene ningún efecto sobre las alteraciones fisiológicas asociadas
al consumo de alcohol (incoordinación motora, disminución de la velocidad de
reacción, alteraciones del juicio, autocrítica y evaluación del peligro, etc.),
e incluso se ha observado que los efectos indeseables de ambas bebidas
(ansiedad, agitación) pueden coexistir y potenciarse más que neutralizarse.
Respecto a sus efectos sobre el sueño, algunos estudios han demostrado que el
consumo bebidas energéticas incrementa significativamente la frecuencia de insomnio
y reducción del tiempo total de sueño (< 4 h), así como de la presencia de
somnolencia diurna excesiva.
sábado, 14 de mayo de 2016
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